Ella es como una mañana, pasó varios siglos cerca de él, y como ocurre a las mañanas más hermosas, era inadvertida a su mirada.
Ella es como una mañana; bella, colorida, luminosa, alegre, cálida;
él fijó su mirada en ella,
como le suele pasar a las mañanas, después que se sobrevive la soledad y el frío de incontables noches.
Ella es como la mañana; y cuándo él le habló,
escuchó deslumbrado como florece la vida por este redondo mundo.
Él como sólo de oscuridad sabía, le habló de su pasado, de luchas infructuosas, de canciones y de luces ya lejanas.
Él, en su lúgubre soledad, se imaginaba sus besos, su calor y su piel,
y es que ella es como una mañana.
Ella es como una mañana; y cuando él la veía,
sentía que vivía otra vez, lejos de las penumbras, lejos del frío y de la soledad. Deseaba dejar todo y a todos, largarse con ella por el mundo compartiendo sonrisas, dándole abrazos y besos que aun no existían.
Él, más de alguna vez inventó una excusa pueril para saber de ella o mirarla;
ella que advertía su cariño lo dejaba estar cerca y hablaban largos ratos.
Ella es como una mañana
y cuándo él la mira, su mundo se ilumina,
se llena de esperanzas, se llena de alegrías
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