“Una vez que tu mujer se convierte en madre, cambia. Cuando ha pasado la exaltación hormonal del embarazo, te encuentras frente a una desconocida. Ahora entiendo por qué a tantos tíos los echan cuando llega el primer chiquillo: las mujeres no tienen piedad, hasta entonces solo pensaban en complacerte, pero en cuanto tienen al crío ya no te necesitan para nada. Te relegan al papel de figurante. No sabes hacer nada, no es tu lugar, lárgate. De todas formas, te aguantan por la pasta, y ni si te ocurra decirlo, entonces se pasan el día tocándonos los huevos con el feminismo, en cuanto el niño está en la cuna, saben que tendrán tanto la custodia como la pensión. Y que vas a pagarla, cabrón” .
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